EL SABER QUE ARMA LA PAZ
No todo ejército empuña un fusil.
Hay batallones de ciencia, pelotones de libros,
trincheras hechas de ideas,
y granadas que estallan en pensamiento.
La guerra, la verdadera, no se libra por territorios,
sino por sentidos:
¿Quién decide qué es vivir? ¿Quién reparte el derecho?
El conocimiento no es neutral.
O sirve para liberar,
o se vuelve un amo silencioso.
Por eso, los laboratorios deben abrirse al pueblo,
las bibliotecas salir a la calle,
y las aulas enseñar a desobedecer.
La juventud no necesita más banderas:
necesita brújulas.
No más himnos, sino lenguas vivas.
No más órdenes, sino preguntas.
Porque la victoria no será conquista,
sino comprensión.
Y solo venceremos cuando todos podamos descansar
sin miedo bajo el mismo cielo.
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