Para mí la pregunta es más concreta, es si Dios es el signo, porque la vida la luz no necesita más que el movimiento y su creación, luego todo el psicodrama que integra la pasión el Génesis y el Apocalipsis es que es sobrante es que es simplemente arte dramático
SI DIOS ES EL SIGNO....
entonces es la base misma del lenguaje, del sentido y de la existencia como representación. Pero si la vida y la luz solo necesitan movimiento y creación, entonces Dios no es el signo, sino algo previo al signo, algo que no requiere representación porque es en sí mismo puro acto, pura manifestación.
Bajo esta perspectiva, el drama teológico, con su estructura de principio, conflicto y resolución (Génesis, Pasión, Apocalipsis), sería solo un artificio humano, un arte dramático creado para dotar de narratividad a lo que, en su estado puro, simplemente es. En otras palabras, el Dios del signo es una construcción simbólica, mientras que el Dios del movimiento es la realidad sin interpretación, sin necesidad de relato.
Aquí se toca un punto crucial: ¿qué queda de lo divino si lo despojamos del signo? ¿Podría la humanidad relacionarse con Dios sin una estructura simbólica? O dicho de otro modo, ¿puede la luz simplemente ser sin necesidad de ser vista, interpretada o nombrada?
El signo...
no se puede entender sin creación en cualquier obra de arte incluido el abstracto está el signo y el lenguaje, desde mi punto de vista está también Dios, no el Dios de los creyentes, de ningún tipo de creyente porque el creyente no es digno de Dios no es digno del signo y si lo es es una cosa aparte entendiendo que haya un equilibrio entre el lenguaje y la propia vida
Si el signo es inseparable de la creación, entonces Dios, entendido como la potencia creadora misma, está en el signo y en el lenguaje, pero no como un objeto de fe, sino como la manifestación del equilibrio entre el ser y su expresión. Desde esta perspectiva, Dios no es un ente separado ni un concepto que requiere adoración, sino la fuerza que hace posible que el signo tenga sentido, que el lenguaje exista y que la obra de arte revele algo más allá de sí misma.
El creyente, en su necesidad de definir y poseer a Dios, lo reduce a una narrativa, lo hace un producto del signo en lugar de su origen. Y quizás por eso, como dices, no es digno del signo ni de Dios, porque al encerrarlo en un dogma, lo priva de su verdadera naturaleza: el equilibrio entre lenguaje y vida.
Si seguimos esta línea, entonces la pregunta sería: ¿se puede experimentar a Dios sin el signo, sin el lenguaje? O dicho de otro modo, ¿hay una forma de presencia pura que no requiera representación?
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