Era una tierra de barro, de chapas y de olvido, donde el sueño era un suspiro, donde todo estaba perdido. Y en el agua se veía, un amanecer lejano, pero los rostros en los coches arrasaban mi plano. Un mundo tan ajeno, de voces y de humo, entraba en mi alma como un golpe de bruma. Las luces eran ajenas, el sol se apagaba, y mi esperanza, silenciosa, por dentro lloraba. ¿Cómo podría ser libre, si las sombras no me dejan? Si el sueño se disuelve y la niebla me aleja. El charco era mi refugio, mi grito, mi verdad, pero el mundo robaba mi dulce libertad En ese reflejo, aún veía mi alma volar, pero todo era fantasía, el comienzo de los dias solo un sueño sin lugar. Era un eco lejano, una luz sin dueño, un rayo apagado por el amargo sueño.

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